SEXO ANIMAL
El tema del sexo es complicado, no solo para
nuestra especie, muchas otras de las que llamamos menos evolucionadas tienen
que utilizar trucos y escaramuzas para conseguir “pillar cacho”.
Es de
todos conocido el caso de la Mantis religiosa que lejos de hacer honor a su
nombre piadoso no duda en zamparse al
macho cuando este está aun disfrutando de las últimas oleadas de placer. No
creo que le sirva de consuelo al pobre “hombre” el saber que este aporte extra
de alimento servirá para perpetuar sus genes en la siguiente generación, seguro
que gustosamente le lanzaría a su dama el consabido “ahí te quedas” o se iría a
“comprar tabaco” pero así es la vida y el macho mantis “pierde la cabeza” por
amor, literalmente.
Las arañas sufren de forma parecida. Las
hembras, que son tan cegatas como los machos, en algunas especies son además
muy poco “románticas”. El macho que encima de ser miope, como ya he mencionado,
es muy pequeño (bajito y cegato, vaya fichaje) tiene que ingeniárselas para
evitar que la hembra lo confunda con una presa y se lo meriende. Es por ello
que en algunas especies además de desarrollar una increíble capacidad para
hacer temblar la tela de la hembra lo menos posible, tienen que abastecerse de
regalos para engatusar a su amada.
Así el macho acróbata “empaqueta” en seda
algún insecto que haya conseguido apresar y se lo ofrece a ella, que distraída
con su apetitoso regalo, será fecundada fugazmente mientras se pone hasta las
trancas de comer, sí, las arañas son pelín frescas y distraídas, para qué
negarlo...
Hay muchos otros insectos que desarrollan
adaptaciones increíbles para tener descendencia, algunos con órganos
copuladores con proyecciones especiales para sacar el esperma del cuerpo de la
hembra, si esta había sido fecundada con anterioridad, y así ser el primero en
la carrera hacia el cotizado óvulo. Puede parecer retorcido o de película de
ciencia ficción pero es la lucha por la supervivencia.
Para ligar también tienen que andar espabilados,
por ejemplo algunas especies de peces y lo hacen imitando que son hembras. Los
ejemplares más esmirriados y pequeños tienen pocas posibilidades de
“triunfar”así que se quedan al acecho cerca de alguna hembra en edad de
merecer. Cuando un macho más aparente se acerca a esta hembra a cortejarla
empieza a ejecutar una danza de amor para engatusarla. El macho “poquita cosa”
entonces se acerca también a presenciar el cortejo haciéndose pasar por otra
hembra, vamos que se traviste, y cuando la hembra verdadera, convencida por el
despliegue de medios del macho de gimnasio, suelta sus huevos (óvulos) sin
fecundar, el macho bajito aprovecha y los fecunda, en las napias del musculoso,
que sigue presumiendo ya que no desconfía de la falsa hembra, ¡animalito!.
Lo gracioso es, además, que el supermacho
cuida en ocasiones los huevos hasta su eclosión e incluso a los alevines,
pensando que está velando por sus genes, cuando en realidad, gran parte de
estos son, digamos, bastardos y el pobre macho cachas no cabe bien por las
puertas, de la cornamenta que gasta el muchacho...
Con las ranas ocurre algo parecido. Como
suelen dedicarse al cortejo de noche, lo más útil en estos casos es el sonido.
Así conquistan a las hembras croando y, como en el caso anterior, se lleva el
gato al agua, o la rana al agua mejor dicho, el que croa más fuerte. Los sapos
y ranas que croan más alto son los más grandes porque pueden desarrollar sacos
fonadores de mayor tamaño también. ¿Dónde está el truco? Pues si eres rana o
sapo macho pequeño y no te comes un colín puedes colocarte en la trayectoria
que separa al supersapo de la hembra, ella quedará extasiada por el increíble
canto estilo Pavarotti del macho enorme, pero al ir a su encuentro se
encontrará con el enano pero como ojos
que no ven corazón que no siente, tendrá una aventura con el escuchimizado, que más da, ¡de noche todos
los gatos son pardos! Además:¿ no decían
que el amor es ciego?
PVB
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